lunes, 16 de septiembre de 2013

APRENDIENDO A QUERERME II PARTE

 

 
AMARSE A UNO MISMO


   Nuestra estructura mental se va formando más sobre la base de la evaluación ajena que en la autoevaluación, y nos hacemos victimas de nuestro propio invento. La autoinsensibilidad nos ha hecho olvidar aquellas épocas de la niñez cuando todo era impactante y gratificante. Estamos demasiado orientados "hacia afuera" (buscamos la aprobación de los demás) y no gastamos el tiempo en autohalagarnos y en gustarnos.



   Nuestro sistema de socialización se ha orientado más a prevenir los excesos afectivos, conocidos por los especialistas como "manías" (autoestima iinflada   demasiada confianza, etc..), que a los estados de tristeza y depresión causados por inseguridad, autoimagen y autoconcepto negativo. La suficiencia y seguridad excesiva producen molestias. La inseguridad produce lástima.

     La inmunidad al flagelo de la depresión sólo se logra si aprendes a quererte. Como las mejores cosas, necesitas un trato especial. No puedes permitir que se te lastime, ni darte el lujo de autodestruirte estúpidamente.
 
      Desde pequeños nos enseñan conductas de autocuidado personal: lavarnos los dientes, bañarnos, cortarnos las  uñas, comer, controlar  los esfínteres y vestirnos. ¿pero qué hay del autocuidado y de la higiene mental? No se nos enseña a querernos, a gustarnos, a contemplarnos y a confiar en nosotros mismos. Además, aunque algunos padres tenemos esto como un desiderátum, carecemos de procedimientos adecuados de enseñanza. Tampoco se nos enseña a enseñar.
 
      La imagen que tienes de ti mismo no es heredada o genéticamente transmitida. Tal como se desprende de lo dicho hasta ahora, es aprendida. El cerebro humano cuenta con un sistema de procesamiento de la información que permite almacenar un número prácticamente infinito de datos. Esa información, que hemos almacenado en la experiencia social, se guarda en la memoria a largo plazo en forma de creencias y teorías.
  
      Así como construyes una representación interna del mundo que te rodea, también construyes teorías y conceptos sobre ti mismo. La relación que estableces con el mundo no sólo te permite conocer el ambiente, sino también tu comportamiento frente a él. Estas experiencias de contacto con personas (amigos, padres, maestros) y cosas de tu universo material inmediato desarrollan una idea de cómo eres en realidad. Los fracasos y éxitos, los miedos e inseguridades, las sensaciones físicas, los placeres y disgustos, la manera de enfrentar los problemas, lo que te dicen que eres, lo que no te dicen, los castigos, etc., todo confluye y se organiza en una imagen interna sobre tu propia persona: tu yo o tu autoesquema. Puedes pensar que eres torpe, feo, interesante, inteligente o malo. Cada uno de estos calificativos son el resultado de una historia previa, donde has ido gestando una "teoría" sobre ti mismo. Si crees ser un perdedor, no intentarás ganar. Te dirás: "para qué intentarlo, yo no puedo ganar" o "es imposible cambiar" o "no valgo nada".          
 
      Si tu autoesquema está irracionalmente estructurado, distorsionarás la realidad. Te sentirás estúpido pese a ser inteligente, horripilante sin serlo, incapaz siendo capaz y, finalmente, intentarás castigarte por no creerte merecedor de una felicitación...
 


 ATTE: ODILI GONZÁLEZ...


jueves, 12 de septiembre de 2013

APRENDIENDO A QUERERME

 

QUERERSE A SI MISMO


        Quererse a sí mismo es quizás el hecho más importante que garantiza nuestra supervivencia en un mundo complejo y cada vez más difícil de sobrellevar. Curiosamente, nuestra cultura y educación se orientan a sancionar el quererse demasiado. Hay épocas para el amor y decretos sobre lo que es de buen gusto y de mal gusto. Si decides felicitarte dándote un beso, posiblemente las personas que te rodean (incluso el psicólogo de turno) evaluarán tu conducta como ridícula, narcisa o pedante. Es mal visto que nos demos demasiado gusto. Cuando pensamos en nosotros mismos por demasiado tiempo, nos contemplamos o nos autoelogiamos, se nos reprende: "Todos los excesos son malos", se nos dice. Discutible. Algunos excesos nos recuerdan que estamos vivos.

 Nuestra civilización intenta inculcar principios como el respeto al ser humano, el sacrificio, el altruismo, la expresión del amor, el buen trato, la comunicación, etc., pero estos principios están dirigidos al cuidado de otros humanos. El autorrespeto, el autoamor, la autoconfianza y la autocomunicación no suelen tenerse en cuenta, Más aun, se considera de mal gusto el quererse demasiado. Si una persona es amigable, expresiva,cariñosa y piensa mas en los otros que en ella misma, es evaluada excelentemente: su calificativo es el de "querida". Si alguien disimula sus virtudes, niega o le resta importancia a sus logros, es decir, miente o se autocastiga, "es halagado y aceptado".

      No sólo rechazamos la autoaceptación honesta y franca, no nos importa que sea cierta o no, sino que promulgamos y reforzamos la negación de nuestras virtudes. Absurdamente, las virtudes pueden mostrarse pero no verbalizarse. Si tienes un buen cuerpo, se te permite utilizar tanga, minifalda o pantalones ajustados, pero se te prohíbe hablar de ello. Si las personas se autoelogian, así tengan razón, producen rechazo y fastidio. 

     Esta política de no hablar bien de uno mismo en público, de no ser exagerado en autorrecompensarse, de no darse mucho gusto, de disimular, de gran modestia, etc., termina por convertirse en un valor del que hacemos uso con demasiada frecuencia. La "virtud" de no quererse a sí mismo en público, se extiende a cuando estamos solos. Al intentar dejar afuera el egoísmo excesivo, no hemos dejado entrar el amor propio. Si el ser humano merece el respeto que se promulga por ser algo especial, eso debe hacerse extensivo a tu propia persona. Por evitar caer en la pedantería insufrible del sabelotodo, hemos caído en la modestia autodestructiva de la negación de nuestras virtudes. Tienes el derecho a quererte y a no sentirte culpable por ello, a disponer de tu tiempo, a descubrir tus gustos, a mimarte, a cuidarte y a elegir...


ATTE: Odili González...

martes, 10 de septiembre de 2013

VIVIENDO EN ARMONÍA

VIVIR EN ARMONÍA 

      Cuando alcanzas la comprensión de tu relación con el universo y de todas sus formas de manifestación  puedes percibir la armonía. Eres uno con Dios en lo pequeño y en lo grande, afuera y adentro, arriba y abajo. Eso que experimentas bajo esta comprensión  es armonía. El anhelo de vivir relacionado contigo mismo, con otros y con todo lo que te rodea, te acerca a Dios y te devuelve el balance, la paz y la confianza.   

   

La armonía esta sujeta por hilos muy sutiles y al mismo tiempo extremadamente fuertes. Son muchas las cosas que pueden afectarla y hacer que se pierda; por ejemplo: dejarte llevar por una emoción negativa y reaccionar exagerad amente; cualquier estado causado por una emoción intensa que te desanime o te exalte; tener pensamientos negativos y llenos de temor; la falta de orden dentro o fuera de ti; permitir que otras personas te desequilibren con sus comentarios o actitudes;  el exceso de volumen; la falta de concentración;  los asuntos pendientes; los conflictos que no enfrentas; tus deseos reprimidos; la necesidad de cambiar a otros; la negativa de escuchar o abrir tu mente y corazón para compartir con los demás; la ausencia del perdón. Como vez, son muchas las circunstancias que fácilmente hacen que perdamos la armonía en nuestra vida.

      La armonía proviene del balance de nuestras emociones, de la paz que logremos reunir en nuestro interior para serenar nuestra mente y manejar nuestras reacciones. Es el producto de un trabajo personal y consciente dirigido a desarrollar y extender nuestro bienestar, y que solo depende de cada uno de nosotros.

PARA ESTAR EN ARMONÍA

  • Vive en presente. Aprende a respirar consciente de que estas vivo aquí y ahora. Observa a tu alrededor y ubícate
  • Busca el contacto  con la naturaleza. Haz la prueba. Visita un lugar al aire libre y permanece en ese ambiente por un rato.
  • Acepta a los demás como son. Si cesas en tu empeño de querer cambiar a otros, especialmente a tus seres queridos, y comienzas a encontrar en ellos cualidades, talentos y características positivas, te sera mas fácil motivarlos a mejorar su actitud o sus hábitos con tus palabras y con tu ejemplo.
  • Resuelve los asuntos pendientes. Postergar y dejar para después la solución de los asuntos pendientes hace que acumulemos tensión y preocupación.
  • Propicia momentos de relajación. La practica de la meditación y de la contemplación te llevara al reconocimiento de la naturaleza esencial.   
  • Escucha música de tu preferencia. Acompaña tus actividades diarias con música alegre y relajante. seguir el ritmo o la letra de tus canciones favoritas te ayudara a desconectarte de las preocupaciones y estimulara en ti sentimientos mas positivos. 

La armonía proviene de la alineación 
interna con el ritmo del universo. 
Cuando te haces uno con el 
y con todas sus manifestaciones,
retornas al centro. 


           ATTE: Odili González... 

viernes, 6 de septiembre de 2013

AUTOMOTIVACIÓN II PARTE

Automotivación. una habilidad muy potente


   La motivación está presente en todas las funciones de la vida: actos simples, como el comer que está motivado por el hambre, la educación está motivado por el deseo de conocimiento. Pero cuando hablamos de automotivación es algo diferente ya que es la motivación hacia uno mismo.


   Automotivarse es darse a uno mismo las razones, impulso, entusiasmo e interés con el que provocar una acción específica o un determinado comportamiento. Es INFLUIR en tu estado de ánimo para que así puedas proceder de una manera precisa y efectiva en un aspecto de tu vida. Con esta habilidad tendrás una fuerza interna que será como un motor potente que te impulsará constantemente hacia adelante, una fuerza real que hace que produzcas en ti la energía vital necesaria para realizar esfuerzos extraordinarios y lograr un determinado objetivo o meta.


    Alguien que sea incapaz de comprender la importancia de la automotivación y que no la aplica acabará siendo como. Un motor potente que te impulsará constantemente hacia adelante, una fuerza real que hace que produzcas en ti la energía vital necesaria para realizar esfuerzos extraordinarios y lograr un determinado objetivo o meta.
 
 
   Alguien que sea incapaz de comprender la importancia de la automotivación y que no la aplica acabará siendo como la gran mayoría de personas. Es fundamental que cualquier persona que busque mejorar, dirigir, gobernar y gestionar su vida, necesite automotivarse y entender las consecuencias positivas que ello trae.


DESMOTIVADORES:

   Todo el mundo habla consigo mismo. Se trata de tu dialogo interno. Pero lo que quizás no sepas es que lo que te dices está literalmente sellando tu destino. Siempre me estremezco cuando escucho a alguien decir: “Nada bueno me pasa” o “no tengo las cualidades adecuadas para salir adelante de esta.” Aunque pueden parecer expresiones normales de frustración, la verdad es que son mucho más poderosas de lo que podrías imaginar.


   Todos llevamos un bagaje, experiencias del pasado que nos han moldeado hasta ser lo que somos hoy. El problema aparece cuando vives bajo esas experiencias del pasado, algunas de las cuales pudieron ser dolorosas. Está bien llorar cuando uno siente dolor, pero no dejes que ese dolor domine tu vida, ya que poco a poco acabará transformándose en miedos y fobias. Lo que has de hacer es aprender lo que puedas de esa mala experiencia que viviste y seguir adelante. Esa actitud va a favorecer tu automotivación.


   Las noticias de la televisión en su mayoría muestran las cosas malas del mundo porque eso atrae muchísima más audiencia que las cosas buenas. Te da a conocer cosas como la tristeza, la guerra, el hambre… Recuerda que hay muchas cosas positivas pasando que están ocurriendo ahora mismo en el mundo, sé consciente de esto y no te identifiques con todos los aspectos negativos de la sociedad, aprende a buscar la belleza ya que eso te ayudará a construir una actitud de esperanza y confianza que mejorará tu automotivación.

   Evita a llorones, traidores, malintencionados, controladores, quejosos, criticones,… Este tipo de personas no quieren mejorar ni están pensando en superarse, por el contrario están paralizados mirando, entorpeciendo y hablando mal de aquellos que si quieren superarse personalmente. La mayoría de estas personas son muy inseguras, infelices, su autoestima desapareció hace mucho tiempo y al ver a alguien prosperar, la envidia les corroe por dentro y no pueden evitar hablar mal de las personas que aún creen en sus posibilidades.

ATTE: Odili González...